Avanza la neurociencia pero el hombre es la cenicienta, la tecnología sube por el ascensor y el hombre por la escalera. Si hoy resucitara un maestro del siglo XIX podría dar clase sin problemas. La educación no aprovecha al aula que es el mejor laboratorio para estudiar al cerebro cuando piensa y cómo aprende. El cerebro no funciona en piloto automático porque su motor es el deseo que crea un orden distinto al orden natural. El feedbak con la realidad le impide que sus errores se conviertan en hábitos pero precisa dirigir la imaginación en positivo y confiar en sí mismo. Mente sana en cuerpo sano, uno se enferma si el otro lo está. Alineando los recursos hacia a la meta el cerebro fabrica endorfinas que circulan creando estados de bienestar. Lo importante es enseñar y aprender a obtener de nosotros lo mejor. Al gigante dormido le faltan los métodos que son su mayor riqueza. La fórmula AIDA es atención, interés, deseo y acción. Falta inteligencia para reunir neurociencias y educación.
Horacio Krell
